Los recientes incidentes con drones en el espacio aéreo polaco, presuntamente de origen ruso, han puesto de manifiesto la eficacia de una tecnología bélica sorprendentemente simple y económica: el dron Gerbera. Este vehículo aéreo no tripulado (UAV) multipropósito, introducido en julio de 2024 en el conflicto de Ucrania, está diseñado para ser versátil, operando como kamikaze, reconocimiento o, crucialmente, como señuelo para saturar los sofisticados sistemas antiaéreos.
La clave de su éxito reside en su diseño de bajo costo y fácil fabricación. Construido con una estructura interna de madera contrachapada recubierta de espuma de poliestireno, el Gerbera contrasta con drones más complejos como su "hermano mayor", el iraní Shahed-136 (conocido en Rusia como Geranio-2). Esta simplicidad permite su producción masiva y su uso estratégico en enjambres, donde su principal función es atraer el fuego antiaéreo, protegiendo así a los drones de ataque más costosos. Además, el distintivo "petardeo metálico" de su motor actúa como un arma psicológica, audible a kilómetros de distancia en la oscuridad, generando inquietud.
La Estrategia de Saturación y el Dilema de Costos
A pesar de sus características —lento, ruidoso, relativamente fácil de derribar y con una ojiva explosiva de unos 40 kilos— el Gerbera es una munición merodeadora sumamente preocupante. Su capacidad para volar cientos de kilómetros (algunos han llegado a infiltrarse hasta 300 km en Polonia) y su empleo en enjambres masivos buscan saturar las defensas antiaéreas. No existe un sistema de defensa capaz de derribar cientos de estas unidades simultáneamente.
El verdadero dilema tecnológico y estratégico para la OTAN y Ucrania radica en el costo-beneficio. Derribar un dron Gerbera, cuyo costo ronda los 10.000 euros por unidad, con misiles de defensa aérea como los AIM-120 AMRAAM (más de un millón de euros por ejemplar), los misiles IRIS-T (400.000 dólares), Nasams (un millón de dólares) o Patriot (cuatro millones de dólares), es económicamente insostenible. Esta disparidad de costos favorece a Rusia, que, según informes, fabrica miles de Shahed y Gerbera diariamente.
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La Respuesta Ucraniana y la Falta de Preparación de la OTAN
Mientras la OTAN ha recurrido a cazas como los F-35 para interceptar estos drones, Ucrania ha desarrollado una respuesta ingeniosa y mucho más económica: el uso de drones FPV (primera persona) de apenas 1.500 euros para derribar a los Gerbera. Esta estrategia demuestra una adaptación tecnológica ágil y de bajo costo que, según los expertos, la OTAN no posee ni en equipos ni en entrenamiento.
La aparición masiva de los Gerbera ha evidenciado una clara falta de preparación en la Alianza para enfrentar este tipo de amenazas asimétricas y de bajo costo. Sin un plan sostenible para derribar eficientemente estos drones, la sencillez tecnológica del Gerbera continúa desafiando las defensas aéreas más avanzadas del mundo.