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La histórica posición de Estados Unidos como líder mundial en investigación científica, cimentada en la libertad y la independencia de la injerencia política, se encuentra ahora bajo amenaza. Una nueva orden ejecutiva, firmada por el presidente Donald Trump el 7 de agosto, otorga a los cargos políticos designados una amplia autoridad sobre todas las subvenciones federales para la investigación, un movimiento que ha sido calificado como "extremadamente antipatriótico" por el premio Nobel Victor Ambros.
La orden, titulada "Mejora de la supervisión de las subvenciones federales", podría permitir que funcionarios políticos, en lugar de científicos, tomen las decisiones finales sobre la financiación. Esto podría llevar a que el mérito científico sea reemplazado por la lealtad ideológica a la administración, permitiendo a los cargos políticos anular el asesoramiento de expertos y rescindir subvenciones ya en curso si no se ajustan a la agenda de Trump. La orden ejecutiva incluso cita la "teoría crítica de la raza" y la investigación sobre "diversidad, equidad e inclusión" como "iniciativas de extrema izquierda" que representan un "despilfarro ofensivo del dinero de los contribuyentes”.
Un Lugar Hostil para los Investigadores
Durante la última década, el Congreso de EE. UU. ha destinado alrededor de 200 mil millones de dólares anualmente en subvenciones para promover la investigación fundamental en áreas como las enfermedades, la inteligencia artificial y los medicamentos que salvan vidas. Hasta ahora, la concesión de estas subvenciones dependía de una revisión independiente por pares, en la que paneles de expertos evaluaban las propuestas basándose en su excelencia científica. La nueva orden ejecutiva reduce esta revisión a un papel meramente consultivo, otorgando el poder de decisión final a funcionarios políticos.
Esta medida es el más reciente de una serie de ataques de la administración Trump contra la investigación científica y las universidades. Recientemente, se congeló toda la financiación federal para la ciencia, se recortaron puestos científicos de alto nivel en la NASA y se redujeron los fondos para la ciencia climática e investigaciones sobre tecnologías de vacunas de ARNm. Expertos han advertido que estas acciones están dañando la reputación de Estados Unidos como potencia científica y lo están convirtiendo en "un lugar hostil para los investigadores".
