En las calles de Santa Mónica, California, una escena digna de una película de ciencia ficción se desarrolla casi todas las noches: jóvenes encapuchados, armados con cinta adhesiva, persiguiendo robotaxis sin conductor de Waymo. No es un acto de vandalismo aleatorio, sino una protesta organizada por un grupo autodenominado "apiladores", exasperados por el ruido constante y la presunta falta de respeto de estos vehículos autónomos por el descanso de los vecinos. Este conflicto pone de manifiesto el creciente desafío de integrar la tecnología de inteligencia artificial en la vida urbana sin perturbar la calidad de vida de los ciudadanos.
La Molestia de los "Apiladores": Ruido Nocturno y Falta de Aviso
El corazón del problema radica en las dos zonas de carga que Waymo, propiedad de Alphabet (matriz de Google), inauguró en Santa Mónica en enero, al parecer, sin previo aviso a la comunidad. Con unos 300 robotaxis operando en el condado de Los Ángeles, lo que es una bendición para los pasajeros, se ha convertido en una pesadilla para algunos residentes.
El principal reclamo de los "apiladores" y vecinos como Nancy Taylor y Stacker One (quien prefiere mantener su anonimato) son los ruidos incesantes: los bocinas, las luces intermitentes y, sobre todo, los pitidos de reversa que los robots emiten constantemente durante la noche, además del "alboroto general" causado por sus cuidadores al cargar y limpiar los vehículos entre las 11:00 p.m. y las 6:00 a.m.
"Cuando empezaron a operar los lotes, fue una sorpresa total y todos dejamos de dormir", dice Stacker One, quien asegura que los "pitidos fantasmas" persisten en su cabeza incluso lejos de su hogar. La táctica de los "apiladores" es obstaculizar el paso de los robotaxis usando cinta adhesiva en sus sensores, obligándolos a "apilarse" y bloquear el acceso a las zonas de carga. Incluso planean usar láser en el futuro para sus "experimentos rutinarios".
Regulando el Futuro: Un Vacío Legal para los Robots
La situación se complica por la ambigüedad legal. Mientras las autoridades de Santa Mónica afirman que el pitido de reversa no infringe la ordenanza municipal de ruido, Stacker One apunta a otra ley local que prohíbe las "operaciones de apoyo a negocios" nocturnas cerca de residencias.
La responsabilidad regulatoria de los vehículos autónomos es un punto de fricción. Santa Mónica sostiene que no tiene jurisdicción, ya que la Comisión de Servicios Públicos de California (CPUC) y el Departamento de Vehículos Motorizados (DMV) son quienes regulan estos servicios. La CPUC se limita a la seguridad de los pasajeros, y el DMV remite a Waymo y a las autoridades locales. Este "vacío" regulatorio deja a los residentes con pocas vías para resolver sus quejas.
El pitido de reversa es una estipulación de la ley federal para vehículos eléctricos autónomos (similar a los grandes camiones), justificada por la seguridad peatonal. Sin embargo, los vecinos se preguntan si es necesario para robots que "ven" con claridad, no tienen puntos ciegos humanos y están programados para no atropellar.
Soluciones de Waymo y la Resistencia Vecinal
Waymo ha respondido a las quejas afirmando que se esfuerzan por ser "buenos vecinos". Han adquirido aspiradoras más silenciosas, limitado la velocidad de los vehículos a 16 km/h en los callejones, y restringido el uso nocturno del aparcamiento más problemático. Incluso han plantado bambú para amortiguar el ruido.
Sin embargo, para residentes como Nancy Taylor, quien ahora duerme con una máquina de ruido blanco y cortinas opacas, "no han hecho lo suficiente". Los estacionamientos siguen funcionando, y los pitidos de reversa persisten.
Multas para Robots y la Cuestión Humana de la IA
La paradoja legal se extiende a las infracciones. Una agente de control de estacionamiento ha podido multar a los Waymos por "estacionar en un callejón sin conductor". Si hubiera un humano, la multa no procedería. Este incidente subraya la necesidad de ajustar las leyes a la era de la IA, como el proyecto de ley que considera multar y asignar puntos a los vehículos autónomos "de la misma manera que a un conductor humano". No obstante, surge la pregunta: ¿una multa de US$ 300 es un desincentivo tan fuerte para una corporación como para un individuo?
Grayson Small, un músico y vecino, subraya la preocupación por la seguridad al ver cómo un Waymo "no se detuvo en la señal de detenerse" en un paso de peatones.
El Dilema de Legislar el Futuro de la IA
Este enfrentamiento en Santa Mónica es un microcosmos de un desafío mayor: cómo conviviremos y legislaremos las nuevas tecnologías de inteligencia artificial. Hamid Ekbia, director del Instituto de Política de Sistemas Autónomos de la Universidad de Syracuse, enfatiza que "el público debería participar en las conversaciones antes de que se produzcan los hechos, antes de que estas tecnologías se propaguen".
La falta de consulta pública en Santa Mónica sobre la operación de Waymo es un punto de controversia, con residentes como Taylor afirmando que no hubo reuniones del ayuntamiento para abordar sus preocupaciones. Los "apiladores" destacan que la protesta no fue su primer paso, sino que agotaron las vías institucionales.
Ekbia advierte que esta es "solo la punta del iceberg" y que muchas tecnologías de IA futuras no serán tan "visibles" en sus impactos, dificultando la reacción pública. "Más vale que hagamos algo antes de que sea demasiado tarde. Aunque sea a costa de ralentizar las cosas. ¿Qué prisa hay?", plantea.
El conflicto en Santa Mónica es un recordatorio de que, si bien la innovación tecnológica trae beneficios, también requiere un diálogo proactivo y una regulación que priorice "la gente" y la "felicidad y alegría humanas", tal como lo expresan los afectados, antes de que la tecnología, por muy avanzada que sea, perturbe la esencia de la vida cotidiana.