El pasado julio, los cielos nos regalaron una visita inesperada: 3I/ATLAS, un cometa de origen interestelar que ahora se acerca a Marte. Este 3 de octubre, el enigmático visitante pasará a solo unos 29 millones de kilómetros del planeta rojo, ofreciendo a la comunidad científica la oportunidad más cercana jamás registrada para observar un objeto de esta clase. Pero 3I/ATLAS no es un cometa cualquiera; su historia y peculiaridades han sembrado dudas y alimentado la curiosidad en los círculos más escépticos.
Considerado por algunos como un valioso fragmento del pasado y por otros como un enigma cósmico, este cometa ha sido clasificado como natural. Sin embargo, su antigüedad y composición lo convierten en una pieza fundamental para comprender la formación galáctica. La comunidad científica se prepara con gran expectación, pues no todos los días se recibe una reliquia de otro sistema solar que podría ser más antigua que la Tierra misma.
Un Cometa Más Antiguo que Nuestro Sol
El equipo liderado por Matthew Hopkins, uno de los primeros en identificar al cometa, ha señalado que su modelo Ōtautahi–Oxford sugiere una edad asombrosa para este objeto: cerca de siete mil millones de años. De confirmarse, 3I/ATLAS sería el cometa más antiguo jamás observado, superando incluso a nuestro propio Sol. Este dato no solo es asombroso por su antigüedad, sino por el potencial que encierra: podría conservar una firma química de los primeros días de la formación galáctica, lo cual transformaría nuestra comprensión de la evolución de la materia en el universo.
Los datos preliminares muestran que la nube de polvo que rodea al cometa es rica en dióxido de carbono, una rareza entre los cometas observados hasta ahora. La esperanza es que, conforme 3I/ATLAS se acerque al Sol, su actividad aumente lo suficiente como para generar una cola visible, permitiendo así el análisis espectral de su composición. Este tipo de observación podría revelar si contiene compuestos orgánicos complejos, o incluso materiales que preceden la formación de sistemas planetarios conocidos.
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Lo Veremos Mejor que Nunca
Lo que diferencia a 3I/ATLAS de otros cometas interestelares como 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov es que, esta vez, estamos mejor preparados. Gracias al ángulo de aproximación y a la posición de Marte, el paso de 3I/ATLAS permitirá capturar datos en una franja de tiempo óptima. El instrumento clave para esta misión será la cámara HiRISE del orbitador Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), cuyo ojo de alta resolución intentará capturar imágenes inéditas del núcleo y la nube de polvo del cometa, algo que jamás se ha conseguido con un objeto de esta naturaleza.
Si el calor solar desencadena una actividad intensa en su superficie, podríamos estar ante un espectáculo cósmico digno de ser registrado para la historia. En el momento de mayor cercanía, el cometa quedará oculto tras el Sol desde la perspectiva terrestre, una etapa crítica en la que su superficie liberará la mayor cantidad de material hasta ahora registrada. Este comportamiento será clave para interpretar sus características estructurales y químicas, y con ello, acercarnos a su verdadero origen.
Respuestas a Grandes Preguntas... y un Enigma Persistente
Más allá de su valor astronómico, hay quienes creen que 3I/ATLAS podría ayudar a responder una de las preguntas más profundas de la ciencia: ¿cómo se formó la Tierra? Algunos modelos teóricos sugieren que cuerpos como este, si quedaron atrapados en la nebulosa primigenia del Sistema Solar, habrían liberado materiales esenciales (agua, carbono, compuestos orgánicos) que más tarde se integrarían en los planetas en formación. Si esa hipótesis es correcta, cada grano de polvo que libere el cometa al pasar cerca del Sol podría tener una historia que se remonta al origen mismo de nuestro planeta.
Aun así, no todos están convencidos de que estemos ante un simple cometa. El astrónomo Avi Loeb ha propuesto una escala de 0 a 10 para evaluar cuán anómalos son los objetos interestelares, y en su valoración, 3I/ATLAS recibe un 4. Aunque reconoce que el escenario más probable es que se trate de un objeto natural, considera que la acumulación de características poco habituales justifica mantener abiertas las hipótesis alternativas.
Las próximas semanas serán, por tanto, decisivas. La posibilidad de captar una firma espectral clara, o incluso alguna pista de elementos no naturales, abriría caminos inexplorados en la astronomía contemporánea. Sea cual sea su origen, 3I/ATLAS representa una oportunidad irrepetible de mirar al pasado interestelar, de estudiar la materia más antigua jamás registrada… y quizá de confrontar nuestras ideas sobre cómo comenzó todo.