La exploración lunar se intensifica, marcada por la competencia entre potencias y un gesto de diplomacia científica. Mientras la NASA confirma su regreso tripulado a la Luna en 2026 con la misión Artemis II, China ha realizado un anuncio significativo: obsequiará a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una muestra de suelo lunar, un material inédito recolectado en la cara oculta de la Luna.
NASA y Artemis II: El regreso de la tripulación a la órbita lunar
La Agencia Espacial de EE. UU. (NASA) ha fijado el 5 de febrero de 2026 como la primera ventana de lanzamiento para Artemis II, la misión que marcará el primer vuelo tripulado del programa. Aunque el alunizaje de humanos no está previsto antes de Artemis III (tentativamente en 2027), esta misión es fundamental. Artemis II llevará a cuatro astronautas a bordo de la nave Orión para orbitar la Luna, probando y validando todos los sistemas de soporte vital, navegación y comunicación en el espacio profundo.
Este viaje de diez días no solo será una prueba crucial para preparar el regreso del ser humano a la superficie lunar después de más de cinco décadas, sino que también ofrecerá a los astronautas la posibilidad de observar la cara oculta de la Luna desde una distancia que ningún ser humano había contemplado antes. La misión subraya el compromiso de la NASA con la exploración más allá de la órbita terrestre baja.
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China: Pioneros en la cara oculta y un gesto de diplomacia
En una notable muestra del avance de su programa espacial, el primer ministro chino, Li Qiang, anunció el pasado viernes 26 de septiembre ante las Naciones Unidas que China obsequiará a la ONU una muestra de suelo lunar. Este material fue recolectado por la sonda Chang'e-6, que completó con éxito una de las misiones más ambiciosas de la historia: traer a la Tierra las primeras muestras jamás recogidas de la cara oculta de la Luna a mediados de 2024.
La cara oculta, invisible desde la Tierra, es una zona de alto interés científico debido a su composición geológica única, que puede arrojar luz sobre la formación y la historia de nuestro satélite. El gesto de donar este material a la ONU subraya la intención de China de posicionarse como un actor clave en la cooperación espacial global, buscando un contraste con el programa liderado por Estados Unidos.