Un equipo multidisciplinar de geólogos y biólogos, liderado por la Universidad de Colorado en Boulder, ha logrado un hito científico al resucitar microbios antiguos que habían permanecido atrapados en el hielo, en algunos casos, durante aproximadamente 40.000 años . Este estudio ofrece una visión profunda de la composición y el potencial del permafrost, una mezcla congelada de tierra, hielo y rocas que cubre casi una cuarta parte del hemisferio norte terrestre, funcionando como un vasto cementerio helado donde restos orgánicos y microorganismos permanecen conservados en el tiempo. ⏳
La investigación, publicada en septiembre en el Journal of Geophysical Research: Biogeosciences , revela que, al descongelarse el permafrost, estos microbios tardan un período en activarse. Sin embargo, después de unos meses, similar a un despertar de un largo letargo, comienzan a formar colonias florecientes. "Estas no son muestras muertas, ni mucho menos", afirmó Tristan Caro , autor principal del estudio y exestudiante de posgrado en ciencias geológicas en la Universidad de Colorado en Boulder. "Todavía son muy capaces de albergar vida robusta capaz de descomponer la materia orgánica y liberarla en forma de dióxido de carbono". 🌍
Implicaciones Alarmantes para el Cambio Climático 🌡️
La investigación tiene amplias y preocupantes implicaciones para la salud del Ártico y del planeta. Actualmente, el permafrost global se está descongelando a un ritmo alarmante debido al cambio climático de origen antropogénico. Los científicos temen que esta tendencia pueda desencadenar un círculo vicioso: a medida que el permafrost se descongela, los microbios liberados comenzarán a descomponer la materia orgánica atrapada, expulsando al aire dióxido de carbono y metano , ambos potentes gases de efecto invernadero. 💨
"Es una de las mayores incógnitas en las respuestas climáticas", comentó Sebastian Kopf , coautor del estudio y profesor de ciencias geológicas en la Universidad de Colorado en Boulder. "¿Cómo afectará el deshielo de todo este suelo congelado, donde sabemos que hay toneladas de carbono almacenadas, a la ecología de estas regiones y al ritmo del cambio climático?". La magnitud de este reservorio de carbono y la potencial liberación masiva de gases de efecto invernadero representan una amenaza significativa para los esfuerzos de mitigación climática global, una preocupación que se suma a fenómenos como el
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Experimentos en el Túnel de Permafrost de Alaska 🧪
Para explorar estas incógnitas, los investigadores se dirigieron a un lugar único: el Túnel de Permafrost del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos , una instalación de investigación que se extiende más de 107 metros bajo el suelo helado de Alaska, cerca de Fairbanks. Al entrar en el túnel, Tristan Caro observó huesos de antiguos bisontes y mamuts incrustados en las paredes, y un olor característico. "Huele como un sótano mohoso que ha estado abandonado demasiado tiempo", dijo Caro, ahora investigador postdoctoral en el Instituto de Tecnología de California. "Para un microbiólogo, eso es muy emocionante porque los olores interesantes suelen ser microbianos". 👃
En el estudio, se recolectaron muestras de permafrost con edades que oscilan entre unas pocas millas y decenas de millas de años. A estas muestras se les agregó agua y se incubaron a temperaturas de 3 y 12 grados Celsius, condiciones que simulan las temperaturas de un verano en Alaska bajo escenarios de cambio climático futuro. Una particularidad del experimento fue el uso de agua compuesta por átomos de hidrógeno inusualmente pesados (deuterio) , lo que permitió rastrear cómo los microbios absorbían el agua y la utilizaban para construir sus membranas celulares. 💧
Los resultados fueron reveladores: durante los primeros meses, las colonias microbianas crecieron lentamente, renovando solo una de cada 100.000 células al día. Sin embargo, a los seis meses, la actividad se disparó, e incluso algunas colonias producen estructuras visibles a simple vista, como las biopelículas . Caro aclaró que estos microbios probablemente no podrían infectar a las personas y se mantuvieron en cámaras selladas.
El estudio también indicó que las colonias no se reactivaban significativamente más rápido a temperaturas más altas. Esto sugiere que, tras una ola de calor, los microbios pueden tardar varios meses en activarse lo suficiente como para comenzar a emitir grandes cantidades de gases de efecto invernadero. En otras palabras, la prolongación de las temporadas de verano árticas es un factor crítico, ya que "cuanto más largas sean las temporadas de verano árticas, mayores serán los riesgos para el planeta", concluyó Caro. Este hallazgo subraya la urgencia de comprender y mitigar los efectos del destrucción del permafrost en el sistema climático global. 🌐