La relación de cuento de hadas entre la actriz Nicole Kidman , de 58 años, y el ícono de la música country Keith Urban , de 57, ha llegado a un abrupto y sorprendente final. Fuentes con conocimiento en el tema han confirmado la separación de la pareja tras 19 años de matrimonio, una noticia que sacudió a Hollywood y la industria musical. La noticia se produce solo unos meses después de que la pareja celebrara su aniversario en junio, demostrando que, a veces, incluso las uniones que parecen más sólidas en el mundo del espectáculo pueden desmoronarse. El fin de esta relación, que se expande por casi dos décadas, es un recordatorio de que los desafíos personales, incluso en las vidas de las celebridades más reservadas, son tan reales y complejos como la
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Una separación "unilateral" y meses viviendo separados
La decisión de poner fin a la relación parece haber sido unilateral . Según fuentes cercanas a la pareja, la ganadora del Oscar ha estado "luchando por salvar el matrimonio" y "no quería la separación" . Sin embargo, todo indica que el compositor de country optó por la ruptura, mudándose de la residencia familiar.
“[Nicole Kidman y Keith Urban] llevan viviendo separados desde principios del verano ”, asegura la fuente al citado tabloide estadounidense. La información añade que la actriz ha estado lidiando con el peso emocional de la situación: "Ella ha estado cuidando a sus hijas y manteniendo unida a la familia durante este momento difícil desde que Keith se fue. [Nicole] no quería la separación y estaba tratando de salvar el matrimonio, pero Keith adquirió su propia residencia en Nashville y se mudó de la casa familiar".
La ahora expareja, que se casó en 2006, comparte dos hijas: Sunday Rose , de 17 años, y Faith Margaret , de 14. La noticia de la separación llega al fandom como un shock , dado que la pareja se había mostrado junta en eventos públicos y compartiendo mensajes de amor en redes sociales tan solo unos meses atrás. El cambio de residencia y el deseo de Keith Urban de vivir por separado en Nashville marcan una ruptura física y emocional que parece definitiva. La privacidad se ha convertido en una prioridad para ambos, especialmente para proteger a sus hijas, un objetivo que busca el equilibrio y la calma en medio del caos.