Europa ha vuelto a constatar su vulnerabilidad. Tras las recientes violaciones de su espacio aéreo, ahora son sus aeropuertos, infraestructuras críticas que vertebran la economía, los que han sido objeto de un ciberataque masivo. Un incidente en un proveedor de sistemas de facturación y embarque interrumpió las operaciones en importantes aeropuertos europeos como Heathrow (Londres), Bruselas y Berlín, causando retrasos y cancelaciones. La sombra de grupos sofisticados se cierne sobre el incidente, evidenciando una estrategia de guerra de zona gris que busca desestabilizar y sembrar descontento, una táctica que recuerda cómo
El caos en los cielos europeos
El ataque cibernético, que tuvo lugar el sábado, afectó al sistema MUSE de Collins Aerospace, un proveedor clave de software de facturación y embarque para múltiples aerolíneas a nivel global. Esta interrupción dejó inoperativos los sistemas automatizados, obligando a los aeropuertos a recurrir a procedimientos manuales, lo que generó largas filas y un caos operativo.
Heathrow (Londres): El aeropuerto con mayor tráfico de Europa sufrió numerosos retrasos y cancelaciones.
Bruselas: El aeropuerto pidió a las aerolíneas que cancelaran el 50% de los vuelos de salida para el domingo, previendo un día "difícil" y exhortando a los viajeros a verificar el estado de sus vuelos.
Berlín-Brandenburgo: También experimentó largos tiempos de espera, recomendando a los usuarios utilizar sistemas de facturación virtuales.
Aunque los aeropuertos españoles funcionaron con normalidad, los vuelos con origen o destino en las ciudades afectadas sí sufrieron las consecuencias. Las autoridades continúan investigando el incidente, con la mira puesta en actores con alta capacidad de disrupción.
La estrategia de la "guerra de zona gris"
Aunque la autoría no ha sido confirmada, las autoridades investigan a grupos con alta capacidad, conocidos por sus campañas de denegación de servicio (DDoS) contra infraestructuras críticas. Este tipo de ataques, que suelen dirigirse a proveedores comunes en lugar de directamente a los aeropuertos, buscan maximizar el impacto con un coste relativamente bajo.
La estrategia de estos grupos va más allá de la disrupción técnica:
Propaganda: Generan titulares y una sensación de vulnerabilidad, cumpliendo un objetivo propagandístico.
Descontento: Los grandes retrasos y cancelaciones generan costes económicos y un fuerte descontento público, lo que es útil para erosionar el apoyo y proyectar una sensación de vulnerabilidad.
Monitoreo: Estos grupos monitorean el impacto y el tiempo de respuesta para refinar futuras operaciones, enmarcando los ataques en un conflicto de "zona gris" que evita una confrontación directa pero causa daños significativos.
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Historial de ataques y la creciente amenaza
Este no es el primer incidente de este tipo. Grupos conocidos por sus campañas disruptivas, atacaron las webs de los aeropuertos italianos de Malpensa y Linate en 2024. Sin embargo, el reciente ataque ha logrado afectar directamente las operaciones aéreas, lo que representa un salto preocupante en las capacidades de estos actores.
Más allá de los aeropuertos, una constelación de hackers con respaldo ha puesto el objetivo en diversas instituciones europeas. En España, por ejemplo, una ofensiva masiva durante las elecciones generales intentó tumbar la web del Ministerio del Interior y afectó páginas como las del Palacio de la Moncloa, Renfe y el Instituto Nacional de Estadística. También impactaron infraestructuras digitales vinculadas al transporte público de Madrid.
Estos incidentes subrayan la necesidad urgente de reforzar las medidas de ciberseguridad en Europa. La infraestructura crítica europea, desde sus sistemas de transporte hasta sus plataformas energéticas, se ha convertido en un campo de batalla digital donde la interrupción busca ser un arma de desestabilización. La defensa contra estas amenazas requiere no solo una inversión tecnológica, sino también una colaboración internacional sólida y una mayor conciencia de los riesgos en un mundo donde